Un comienzo que apunta y dispara a la perplejidad en el que el autor asocia su matrimonio con la muerte del padre.
Una visión escéptica del amor, un sentimiento que acepta con amargura como si fuera una imposición a la que se somete sin ninguna convicción.
El lenguaje parco y estéril con un poso de amargura refleja el fondo del vaso de un amargo veneno, en el que las elipsis sujetan el peso del argumento. Pesa más lo que no se dice que lo que se dice.
Los personajes, meros habitantes de la memoria, una memoria por la que revolotean un sinfín de pájaros grises. El mismo, un espectador ante la vida, la suya propia que pasa de puntillas ante sus ojos .

La banalidad de la existencia llevada a su máximo exponente tal vez encubra una terrible soledad arraigada en el fondo del alma.
Beckett parece no creer del todo en sus palabras. Sólo en el amor, en la apertura al otro, estamos vivos. Cuando Lucia Joyce , enamorada de Beckett, hija del admiradísimo James Joyce, fue repudiada por éste y se hundió en la locura, Beckett, arrepentido, confesó al cabo del tiempo a su amiga Pegyy Guggenheim, que era un hombre muerto y no tenia sentimientos humanos.
ResponderEliminarEsta frase es la objeción a toda su obra y a su vida. ¿ Se puede vivir en el absurdo y en la nada permanente ? Quizás sí, pero ¿ a qué precio ? . El amor, la alegría abren el mundo...; cierto, en él somos vulnerables, "ex-puestos"; el dolor, la muerte, el rechazo, el renacimiento, la humillación quizás...forman parte de ese ciclo, pero no hay otra forma de estar vivo que esa.
Para Spinoza la virtud principal era la alegría. ¡Cuánta razón tenía !
¿ Debemos tomarnos en serio el Nihilismo ? Nietzsche que murió ausente de este mundo el 1900 anunciando un siglo de Nihilismo ( y Beckett es uno de sus hijos no descarriados), quizás acertó de lleno, por mucho que los antiguos templos- cementerios de Dios- continúen aún en pie.
ResponderEliminar"¡Busco a Dios !¡ Busco a Dios !"- decía el hombre loco en medio de la plaza frente a la hilaridad de todos. Pero la hilaridad se convirtió en silencio, y ni tan sólo en eso, en ruido, el ruido interminable de la vida humana que ya es una mera agitación. Quizás siempre ha sido así.
Quizás no nos encontramos ya ni con "el último hombre" ( aquél que es incapaz de afirmar nada, ni de proyectar su sombra) ni con el superhombre ( el creador de nuevos mundos y de nuevos valores) , sino tan sólo con "el hombre común" ( aquél que repudia tanto el espíritu de vaciedad- y quizás por eso se mueva tanto- como el juego del danzarín Nietzschiano).
El Nihilismo se ha transmutado en banalidad, algo con que Nietzsche- demasiado pegado de si mismo- acaso no contaba.
¿ Qué queda del Nihilismo, más allá de la apabullante realidad de la nada cotidiana y del tan cacareado "fin de la historia "? ( un concepto, por cierto, que de acorde con el espíritu de la época, tiende a presentarse más como un concepto económico, técnico, que no ontológico)
¿El Nihilismo como síntoma ? ¿ El Nihilismo como realidad?
Llevan razón Nietzsche y Schopenhauer y Bergson al apelar al Élan Vital, a la Voluntad, como el "en sí", el fundamento de toda acción y de lo humano. La pobre Razón es una coraza frente a la realidad, agujereada por toda la superficie. Hay una manera de sentirse o encontrarse frente al mundo ( o en el mundo) , un todo vital o afectivo de base ; ontológicamente el ser humano es un "ser-en-el-mundo"-para decirlo a la manera de Martín Heidegger-; ese es el fundamento, por mucho que nuestra época tan técnica y mecanicista tienda a psicologizar- y a reducir, por ende, a mero funcionalismo, mecanicismo, el ámbito de lo humano: como si el ser humano fuese una cosa más entre las cosas y no su dador de sentido e inteligibilidad- los conceptos o realidades ónticas y ontológicas.
ResponderEliminarLa nada es tan sólo un síntoma de nuestra manera de estar en el mundo , de la apertura a la realidad. La Nada no existe , es tan sólo nuestra proyección, o falta de proyección, frente al mundo - pues al ser humano le es dado ya siempre un habitar previamente en el mundo y una cierta comprensión afectiva del mismo-.
Dios daba sentido al mundo. Pero ahora que Dios ha muerto- y no podemos jugar a mirar las cosas desde fuera del mundo, desde el otro lado-, ¿ qué nos queda? ¿ El superhombre ? ¿El hombre banal? ¿ El mundo vacío ? ¿ O una pregunta sin respuesta?( que es propiamente el ser humano ).¿O acaso tan solo la necesidad de encontrar la simplicidad de todo ? ¿ Qué nos queda?
( Pido excusas por esta entrada larguísima y aburridísima)
"Le observo de reojo. Es serio, sombrío. Tiene las cejas fruncidas. Su mirada es de una intensidad difícil de sostener. Estoy empezando a ponerme nervioso y hago lo posible no ya por hablar, sino por omitir algún sonido. Con voz apenas audible empiezo a explicarle que a los veintidós años intenté leer Molloy y que no entendí nada del libro y ni tan siquiera sospeché su importancia. Que, curiosamente, y sin intención alguna de leerlas, fui adquiriendo las obras que publicó posteriormente . Que en la primavera de 1965, y totalmente por casualidad, recorrí una docena de líneas de Textos para nada. Que no pude soltar el libro y lo devoré con pasión. Que me lancé de inmediato sobre su obra y me quedé profundamente impresionado. Que había leído y releído todas sus obras. Que lo que más me había impresionado fue ese extraño silencio que reina en Textos para nada, un silencio al que sólo se puede acceder en el límite de la más extrema soledad, cuando el ser ha abandonado todo, olvidado todo, y ya no es sino esta escucha que capta la voz que susurra cuando ella calla. Un extraño silencio, sí, que prolonga la desnudez de la palabra. Una palabra sin retórica, sin literatura, jamás perturbada por ese mínimo de invención que necesita para desarrollar lo que tiene que expresar:
ResponderEliminar- Sí- admite con voz sorda- , cuando uno se escucha, lo que se oye no es literatura. "
( Encuentros con : Samuel Beckett- Charles Juliet)