Durante la espera no falta el tránsito continuo de gente ni el altavoz parlanchín que anuncia la llegada, el retraso o la salida de los trenes. Un tren multicolor ha entrado bajo el cielo de aluminio con un estruendo espectacular. Me viene en mente que la vida sea una réplica de esta enorme sala de espera, gente que llega, gente que parte, va y viene, corre... y gente que se mantiene a la espera. Acaba de pasar una anciana rauda cargada de bolsas que se aproxima veloz a la alzada del vagón y en el último instante, da media vuelta y decide no subir.Tal vez no sea una cuestión de edad.Toda esa gente se funde en una marea uniforme de rostros en la que las facciones se mezclan: la nariz larga o roma, los ojos azules o de un negro profundo, la barba retocada o la de la pereza, las ojeras... Tal vez sean las bocas las que dicen algo más. Los labios se fruncen, las comisuras se curvan y las arrugas se multiplican, sobre todo en esta parte del rostro. Una joven fija la vista en el libro con gesto atento y esperanzado, mientras su amigo mira en torno con pose de estatua griega.
¿Es la espera lo que no le gusta a nadie? Esa larga espera que es la vida que parece no terminar nunca. Nada más falso porque en realidad a la que menos se espera, todo termina. Tal vez la vida no sea mucho más que eso, una larga espera hasta el momento final, una acumulación de pasos que nos llevan a todos en la misma dirección. Quedarse quietos, no dar un paso es una cuestión de las mentes superiores, atrapar el tiempo que pasa veloz, pararlo y no alentar la velocidad del curso de la vida; principal tarea de poetas y filósofos. Debería estar también al alcance de los que no lo somos y en cambio...!maldición! , caemos todos en la trampa del tiempo.Un pobre" ubriaco" sentado en un banco mira hacia arriba con ojos de extrañeza y la visión nublada, ¿ha perdido ya la batalla de la vida, ganando tranquilidad?Mientras tanto la gente continúa su peregrinación; unos cargados de bolsas y otros con las manos en los bolsillos, ¿somos del primero o del segundo grupo?. La acumulación no puede ser grata, al final se parece un poco al sobrepeso. Finalmente una pareja sonriente, ¿van o vienen?... Más bien parece que esperen a alguien a punto de llegar. El secreto de la espera es la espera recompensada. Sin embargo, los que llegan, digamos que no todos pero sí la mayoria, se ven mucho más satisfechos. El aire no pasa y el calor es infernal. En el andén continúa el tránsito de gente en ambas direcciones, gente que todavia no ha cogido su tren. Los niños duermen tranquilos, al fin y al cabo nada saben de esperas.
Antes de partir contemplo los arcos que la circundan, los medallones sobre las puertas y la belleza de la caligrafia húngara repleta de acentos, simples y dobles, sobre las letras; la bandera es una réplica de la italiana con las franjas horizontales. Son los vestigios de una civilización anclada en el pasado. Tal vez sea la última estación de tren de la última ciudad burguesa.
El tren y las estaciones de tren, qué gran metáfora de la vida !
ResponderEliminarUna experiencia casi mística: recuerdo de Praga, febrero de 1989.
Quien conoce la ciudad- esa ciudad de antes tan indescriptible y bella- sabe que tiene el alma helada; hierven las calles y los raíles de los trenes que van a ninguna parte.
Mi primer encuentro con la ciudad, perdido, acabado de caer de otro mundo, fué, por casualidad , en la estación de trenes : el día gris, el mundo cerrado y, dentro, ese submundo del Comunismo y de unas vidas consumidas.
En la sala del fondo- tengo toda esa secuencia clavada en mi mente- cientos de viejos acumulados jugando las cartas ( una partida sin duda ya perdida de antemano ) y el silencio indescriptible que nunca más "he oído" .
En la sala de entrada de la estación, abajo, en el espacio subterráneo - yo los observo desde arriba- , cuatro o cinco jovenes cogidos de los hombros, en circulo, borachos perdidos, mirándose, tambaleándose,sin decir palabra.
Creo que es una de las impresiones más fuertes que he tenido nunca. A veces, la vida hiere y sobran las palabras.
La espera, buen tema. La vida una espera y toda acción y todo sueño perdido.
Me doy cuenta ahora, mientras escribo estas palabras, cuanto se parece esa llegada a la del agrimensor de Kafka en El Castillo.
Magnífica espera , esta de Budapest. Una reflexión muy interesante y magnificamente escrita.
ResponderEliminarCuando más grande es el poder, más grande es el miedo, al que sigue el silencio como a su sombra. Ese era el silencio de la ciudad en esos días: espectral !
ResponderEliminarSer libre- se me ocurre pensar- sea quizás vivir sin poder ( sobre uno mismo- no aceptar ser mecanismo, una pieza-; sobre los otros- no inflingirles desde nuestro yo limitaciones ni daños).
Es curioso observar como en esa misma ciudad - Praga- Franz Kafka anticipó el Totalitarismo del siglo XX, el que destruyó los restos de su casa ( desde la que escribió esos textos terroríficos y bellos), la propia ciudad de Praga, y la vida de millones de personas.Quizás uno de esos trenes que utilizaba Kafka para ir a ver a Milena, una alma libre, serviría para llevarla , unos años más tarde, activista, rebelada contra el rostro de la barbarie, a los campos de extinción que aniquilaron su vida y la vida de sus propias hermanas. la historia es circular.
Esos trenes que deportaron millones de vidas. El de "El largo viaje" de Jorge Semprún, el de ,
en la ficción cinematográfica, "La lista de Schindler", el de tantos otros...A veces, conviene "perder el tren" y "el tren de vida", estar al margen, sin poder, marginado, como los locos o los sabios.
Un magnífico libro sobre los Lager, "Se questo è un uomo", de Primo Levi, y sus epílogos.
La espera sólo tiene sentido si uno se prepara para algo, aunque sea para subsistir a la barbarie y dar testimonio. Como en el caso de Primo Levi.