Poco queda por comentar de esta novela gótica universalmente aclamada y reconocida por críticos y lectores de todas las épocas.
Antes de concebirla, su autora, ya esposa de Shelley, quien constantemente la incitaba a que alcanzase prestigio literario, inmersa en los cuidados de la familia y sus constantes viajes, reducía su actividad literaria al estudio y a las lecturas constantes de obras literarias.
Fue en el verano de 1876, cuando los Shelley visitaron Suiza gracias a la invitación de Lord Byron, se instalaron en " Villa Diodati"a orillas del lago Léman. Un verano que resultó húmedo y riguroso, condenado por una incesante lluvia que los confinó durante días en el interior de la mansión. En sus manos cayeron algunos volúmenes de relatos de fantasmas traducidos del alemán al francés que leyeron apasionadamente al calor del fuego de la chimenea.
Fue Lord Byron quien tuvo la genial idea de emular a los autores de tales relatos e invitó a sus amigos ( Poliodori y la genial pareja) a crear su propia historia. Cada uno se encerró en su habitación una noche tormentosa, no sólo por el tiempo sino porque la inspiración no se presentó o al menos así lo explica Mary Shelley en sus memorias ("La invención no consiste en crear del vacío sino del caos"). A la mañana siguiente se vió obligada a contestar con una negativa y así un día tras otro.
Durante aquellos días, muchas fueron las conversaciones entre su esposo y Lord Byron, de las que ella era oyente fervorosa. En el curso de una de ellas discutieron sobre diversas doctrinas filosóficas, la naturaleza del principio vital y la posibilidad de transferirlo a la materia inerte, quizá podía reanimarse un cádaver, quizá podían fabricarse las partes componentes de una criatura y conferirlas el calor vital...
Aquella noche cuando Mary se retiró a sus aposentos y apoyó la cabeza sobre la almohada aquellas ideas no pudieron abandonar su mente y se imaginó las escalofríantes imágenes que darían fruto en su obra.
A la mañana siguiente anunció que tenía una historia que comenzaría "Una lúgubre noche de noviembre..." Una historia que supuso un hito en la historia de la literatura, ya que con ella se iniciaba un nuevo género.
Antes de concebirla, su autora, ya esposa de Shelley, quien constantemente la incitaba a que alcanzase prestigio literario, inmersa en los cuidados de la familia y sus constantes viajes, reducía su actividad literaria al estudio y a las lecturas constantes de obras literarias.
Fue en el verano de 1876, cuando los Shelley visitaron Suiza gracias a la invitación de Lord Byron, se instalaron en " Villa Diodati"a orillas del lago Léman. Un verano que resultó húmedo y riguroso, condenado por una incesante lluvia que los confinó durante días en el interior de la mansión. En sus manos cayeron algunos volúmenes de relatos de fantasmas traducidos del alemán al francés que leyeron apasionadamente al calor del fuego de la chimenea.
Fue Lord Byron quien tuvo la genial idea de emular a los autores de tales relatos e invitó a sus amigos ( Poliodori y la genial pareja) a crear su propia historia. Cada uno se encerró en su habitación una noche tormentosa, no sólo por el tiempo sino porque la inspiración no se presentó o al menos así lo explica Mary Shelley en sus memorias ("La invención no consiste en crear del vacío sino del caos"). A la mañana siguiente se vió obligada a contestar con una negativa y así un día tras otro.
Durante aquellos días, muchas fueron las conversaciones entre su esposo y Lord Byron, de las que ella era oyente fervorosa. En el curso de una de ellas discutieron sobre diversas doctrinas filosóficas, la naturaleza del principio vital y la posibilidad de transferirlo a la materia inerte, quizá podía reanimarse un cádaver, quizá podían fabricarse las partes componentes de una criatura y conferirlas el calor vital...
Aquella noche cuando Mary se retiró a sus aposentos y apoyó la cabeza sobre la almohada aquellas ideas no pudieron abandonar su mente y se imaginó las escalofríantes imágenes que darían fruto en su obra.
A la mañana siguiente anunció que tenía una historia que comenzaría "Una lúgubre noche de noviembre..." Una historia que supuso un hito en la historia de la literatura, ya que con ella se iniciaba un nuevo género.
Sorprende que "Frankenstein" fuera escrito por Mary Schelley con tan sólo 19 años con un estilo fluido y vigoroso ( pero algo ingenuo aún en la forma y en el fondo, a pesar de su pronta madurez). La lectura avanza como un relato de aventuras salpicado de paisajes y sentimientos - abismales los unos y los otros: estamos en pleno Romanticismo.
ResponderEliminar"Frankenstein" es un injerto del mito de Prometeo y la filosofía del ginebrino Jean Jaques Rousseau- un pre romántico, a mi juicio- , para quien el hombre es bueno por naturaleza, y la sociedad le corrompe. Esa será la experiéncia vital narrada.
Plasmación también de los sentimientos y la propia vida de Mary Schelley: no pocos detalles autobiográficos están presentes en la obra en la figura de Elizabeth Lavenza.
En el relato se reflexiona sobre la figura del monstruo. Monstruo no es aquel que tiene una determinada apariencia física - la andrómina de muertos vivientes que es Frankenstein- , sino quien lo es en sus sentidos y sentimientos .
ResponderEliminarAhí está el mensaje del libro.
He dedicado hoy unas horas a leer este libro; y me viene en mente ,por asociación de ideas ,la película que vi justamente ayer: "The elephant man". El juego de apariencias y realidad en la que se sitúa la obra de David Lynch.
Los monstruos son los que engendran"monstruos"- nos viene a decir el film- ; la gente "normal" que los utiliza o los deforma, o los inventa. Esos sí que lo son.
John Merrick, el hombre elefante, parece que no es de este mundo, por lo bueno que es. Para nada un monstruo.
El mundo al revés- como en tantas otras cosas de la vida- : aquellos que "parecen" deformes- todos los cachivaches del circo ambulante : el gigante, los enanos, la mujer barbuda, las hermanas siamesas, el propio hombre elefante...-, no son sino profundamente humanos; por el contrario, la gente "normal" - o una buena parte de ese grupo-, deformada y monstruosa ( por las convenciones sociales ,unos, la alta sociedad; por su propia endeblez o estulticia los otros, el bajo pueblo, los niños malformados que aparecen en el film...). Como probablemente Frankenstein no sea un monstruo por su apariencia o por su origen ( ¿ Pero no está ahí todo ? ) , sino por el trato y la consideración, o desconsideración, ( educación) que se le dispensa.
El monstruo también, claro está, no otra cosa se cuenta, es una metáfora de todos los aspectos deformes de nuestra propia vida. No hay nada más "humano" que los propios monstruos.
ResponderEliminarCuando Víctor descubre a su criatura , y dejándose llevar por la apariencia le hace responsable del asesinato de su hermano pequeño , se dice a si mismo, culpándose :
"Sí, el culpable era mi propio espíritu reencarnado en aquel monstruo y estaba destinado a destruir todo aquello que amaba"
El monstruo como una proyección del imaginario, de los temores e incertezas.
De los "monstruos" sólo se me ocurre decir lo que decía Antoine de Saint-Exupéry, aunque pueda sonar un poco cursi, da igual : "Lo esencial es invisible a los ojos". ¡ Por eso hay tantos "ciegos", diriase uno !
"Nadie puede imaginar la diversidad de sentimientosque me empujaron a seguir, como un huracán, desde el primer entusiamo del éxito. La vida y la muerte me parecían barreras ideales que yo sería el primero en romper, derramando un torrente de luz sobre nuestro mundo en tinieblas.Una nueva especie me bendiciría como su origen y creador; muchas naturalezas excelentes y dichosas me deberían su ser".
ResponderEliminarCreo que la fuerza de la novela, como se aprecia en el fragmento, radica en el reflejo del espíritu del creador que raya en una locura sin límites y en un furor desalmado que aboca a las consecuencias nefastas de su desenlace.
Mary Shelley consigue el retrato perfecto del verdadero monstruo de la novela, su creador.
En todo texto hay una ideología implícita (hecha de nociones comunes y, en su caso, de conocimientos específicos), hasta el límite que si tuviésemos suficientes conocimientos hermenéuticos ( historiográficos, lingüísticos, literarios...culturales, en general) a partir de un simple fragmento podríamos reconstruir en su totalidad un discurso, el Volkgeist, para utilizar un término romántico, que lo define; más allá, podríamos incluso, determinar el tipo de sociedad que lo produjo, sus contradicciones y límites.
ResponderEliminarSi tuviésemos...Pero yo, simple ignorante, no los tengo - por no tener no tengo ni un conocimiento compartimentado o enciclopédico, ni una mente demasiado analítica.
Con todo, en el texto que nos ocupa, Frankenstein de Mary shelley, - miro el año para no equivocarme de época: 1818, pleno Romanticismo-, se pueden determinar a bote pronto algunos elementos claros de la ideología implícita de Mary Shelley.
Tres son a primera vista, amén de otros, los tópicos ( lugares comunes) de la obra.
En primer lugar, la Naturaleza sobrecogedora, que nos acoge y sobrepasa ( el ámbito de lo sagrado).El mito de la naturaleza, pues, frente a la civilización y la ciudad- que nos corrompe según Rousseau-. Hay una crítica o reacción en contra de la ideologia ilustrada de la razón y del nuevo mito del progreso, con el que el romántico se siente tan incómodo.
Eso liga, en segundo término, con el desprecio de la técnica; la vuelta a lo natural, a lo emotivo, al buen salvaje.
ResponderEliminarFrankenstein es el lugar de la técnica, del dominio y transformación del mundo; del hombre convertido en "deus ex machina" que produce monstruos( la razón crea monstruos, decía Goya; a lo que cabría añadir , y la sinrazón también ) .En ese sentido, Frankenstein es una metáfora perfecta de ese repudio del artificio, de la técnica. Nace una línea de pensamiento que va del Romanticismo a Heidegger , pasando por alguna que otra tendencia del pensamiento ecologista actual.
En tercer lugar, hay en la obra el "Sentimentalismo". Frente a la fría razón, la verdad del corazón- el primer Nietzsche, que era un romántico, entendía que la vida únicamente tenía una justificación estética, que la música, arte privilegiado, intuitivo, nos abre las puertas y ventanas del abismo...-
Si tuviésemos más conocimientos podríamos profundizar en la ideología implícita de Frankenstein de Mary Shelley , y en qué significa realmente esa obra.
Con 19 años todo ese mundo - un mundo- estaba ya en ella.Eso nos lleva a decir la obviedad que somos animales culturales que no traspasamos ni tan siquiera más allá de un palmo la sombra de nuestra época. Prisioneros en la caverna.
Con todo, la atracción por lo monstruoso es otro de los tópicos del Romanticismo que la propia Mary Shelley llevó a definir. Así que quizás, bien mirado, estuvo en la avanzadilla de su época- que en parte es , aún,la nuestra.