El tiempo parece no haber transcurrido en la residencia del general, un viejo castillo húngaro al pié de los Cárpatos, rodeado de un bosque afín a la caza. En aquellos parajes, desde hace 40 años, espera este último encuentro con su amigo del alma, Konrad, que vuelve tras una larga estancia en Oriente Medio. Dos hombres, ahora ancianos, inseparables hasta que los lazos de la amistad y el afecto se truncaron, han esperado desde diferentes partes del mundo el acercamiento final.
El paso del tiempo no ha borrado lo que sucedió en el pasado. La tensión se palpa en todo momento a lo largo de la novela, hasta que surgen las dos preguntas esperadas por ambos, pero tal vez ya no importan las respuestas . La verdad no necesita respuestas porque se sabe en el fondo del corazón sin conocer los hechos.
Entre los dos se alza el recuerdo de una mujer, Krisztina, esposa de uno de ellos y amante del otro. Bajo la tensión ambos esperan el momento de la tregua en que la lección tan repetida, prevalezca: "Un buen día estamos destinados a perder a la persona que amamos"Los escondites del alma, entre cuyos pliegues se refugian el orgullo y la presunción; el secreto compartido que quema entre los dos; la verdad , el silencio y la distancia como única cura posible de la traición, son algunos de los temas en los que Sándor ahonda en la novela, con un estilo elegante y refinado, muy "burgués" al que hace gala con su prosa.
Si no recuerdo mal, la primera recepción de esta magnífica obra en lengua extranjera, tuvo lugar en Barcelona a inicios de los años 40.
ResponderEliminarEn esta obra,los personajes de Márai se parecen a Prometeo, al que - por castigo de Zeus- los pájaros, una águla, devora continuamente las entrañas, el hígado que cada noche vuelve a crecer y regenerarse. Metáfora esta- en este contexto- de lo no resuelto, de los sentimientos -disecados e hirientes- de los personajes, de unas vidas clausuradas durante más de cuarenta años.
Un tema recurrente de la obra de Márai es el destino, un destino que no es sagrado, pero que es inexorable como un signo oculto de las cosas; un destino aparentemente sin sentido que atraviesa unas vidas- la de Eszter, esperando o desesperando del fugitivo Lajos, en "La herencia de Eszter"; la de la joven finlandesa, que "aparecerá" como encarnación doliente delante del alto funcionario que vive entre secretos de estado y de conciencia, en "La gaviota"; la del también fugitivo Konrád que, pasados los años , en la vejez ya, a las puertas de la muerte, acude a su particular cita con el destino en la obra que nos ocupa, "El último encuentro"- hasta llegar a un momento final, culmine, de expiación o redención, o de redención y expiación a la vez.
ResponderEliminarEsa composición de los temas se repite como un crescendo dramático que se resuelve bellamente en un final - a menudo agrio o lúcidamente trágico o aceptado: la vida al final aparece como ese sentido.
"Pero finalmente has vuelto, porque no tenías otra elección. Y los dos sabíamos que nos volveríamos a encontrar, y que después llegaría el final.El final de la vida, y naturalmente, de todo aquello que ha dado sentido a nuestras vidas y las ha mantenido en tensión hasta este momento"
Sin embargo, todo es producto de una casualidad aparente :
"Pocas veces podemos saber cuales de nuestras palabras o de nuestras acciones anuncian de manera irrevocable un cambio en las relaciones humanas"
Asistir al destino, asistir a la propia vida hundida y no hundirse, ese parece ser el sino de los personajes de Márai; personajes abandonados y solos, deseperados, fuera del mundo.
Márai da un aire de trascendencia a las relaciones humanas verdaderamente significativas, aquellas de los seres que se pertenecen- caso de la amistad, del amor...-, lejano de la realidad de nuestros días.
A menudo los personajes más interesantes de las novelas de Sándor Márai son aquellos que no tienen voz, los personajes secundarios. Toda la novela se convierte en una indagación casi policiaca sobre su ser, su verdad. Un diálogo de sombras. Así las certezas- a lo largo de la historia- se transforman y cambian de sentido, pues a la postre lo exterior- la intimidad o realidad del otro, su ser, su verdad- deviene tan sólo diálogo- diálogo , que no monólogo- con uno mismo; experiencia propia. El tiempo ya ausente- tanto en la Gaviota como en el presente libro- es el eco de esta transformación dolorosa y purificadora a la vez.
ResponderEliminarPersonaje sin voz es la sugerente Krisztina. La cara oculta de la luna. Como la joven de La Gaviota, Krisztina es un enigma cifrado. Como ella, Krisztina se confiesa, se desdela- en el doble sentido de la palabra- en un intento de transparencia, de intimidad plena, descarnada, en su diario, como aquella lo hará en sus cartas.El fuego purificador- de unas vidas quemadas- exhuma los restos de la verdad ( que al final deviene siempre otra); así como análogamente el respecto a la intimidad de la amada del funcionario de estado de La Gaviota velará las cartas y sus secretos: queda el recuerdo, su vida vivida, su verdad, a la que es ajena aquellas cartas.
Nada es , todo se transforma. Hasta la verdad, si es que esta existe. Henrik , obcecado por el dolor, tiene tiempo para reflexionar- para medir los límites del amor propio, el sentido de los hechos- , tiempo, una vida entera, para reformular las preguntas correctas, el sentido de estas y su respuesta: no importan los hechos, sino las intenciones. ¿ Quiso Krisztina matarlo ? ¿ Le amaba? ¿ Ha tenido sentido, intensidad, verdad, su vida a la luz- y sombras- de esa amor ?
Esa es la única verdad, no la de los hechos, cuando las sombras ya se desvanecen y el dolor de una vida le dice qu'il est dejà trop tard. Todo el resto es silencio.