Exquisito relato en el que sus protagonistas, Marcia y Horace, provenientes de esferas tan dispares como el mundo del espectáculo y el de la intelectualidad, se encuentran por casualidad y unen sus vidas. Ella, pragmática y de carácter animoso, será quien le replantee su forma de vida, una vida característica de un niño prodigio, alentado por sus padres al estudio y sin apenas experiencias vitales.
El contraste de la personalidad de ambos parece ser el foco principal de atracción. El, la "cabeza" y ella, los "hombros" que balancea al compás de la música.Lo sorprendente del autor es que con un lenguaje ligero, repleto de humor y de encanto, nos conduce a la inversión de papeles de los protagonistas. Ante el asombro comedido del lector, gracias al talento de uno de los grandes escritores americanos de los años 20, ella se convertirá en "cabeza" y él en "hombros" y esta vez no será por casualidad.

Horace Tarbox, apoltronado entre Mr. Hume y Mr. Berkeley- los sofás de su sala de estar por los que transcurre su filosofía peripatética: pasa, en efecto, sesudamente su juventud transitando de un sofá a otro pergeñando los títulos de sus tesis-, se pregunta, ensimismado y aislado en su mundo de ideas, si la realidad existe...hasta que la realidad decide hacerse presente...en forma de Marcia.
ResponderEliminarMarcia, llena de vida, instintiva y libre, desahucia esa cabeza amueblada y transtoca todo su mundo muerto. Horace Tarbox- que se reconocerá como una momia petrificada, como un experimento monstruoso- ya no se preguntará si "esse est percipi aut percipere", ni mucho menos le pasará por la cabeza hacer una tesis sobre la filosofía pragmática ( como hacerlo teniendo a Marcia como profesora), la vida inquieta y apremiante lo llevará...hasta donde ( ella, Marcia o la vida, tanto da) quiera , o decida llevarle, es decir, al circo de la vida.
Parece ser que Scott Fitzgerald había escrito este y otros relatos acuciado por las necesidades económicas. En el transfondo del relato se percibe esa inquietud en la premura de Marcia por compaginar amor y cuenta corriente, en las estrecheces del dinero que no llega. Sin embargo, este relato ligero, sabiamente económico, aparece a nuestros ojos fresco, inocente, agudo, inteligente, brillante en su comicidad o absurdo.
Marcia y Horace no tenían otra vuelta que dar sino esa, encontrarse, aún siendo de mundos tan aparentemente distintos, al fin y al cabo , deshaciendo el entuerto, no fue Mr. Hume -el escéptico- quien los presentó, sino Mr. Moon...