Casi se deja de respirar al leer esta breve novela que transcurre a un ritmo trepidante entre el lenguaje literario y la "falsa" pretensión de crónica periodística-en mi opinión demasiado literario el texto para ser cierto-.Se trata de la composición de un paisaje rural en el que ya desde el comienzo de la trama se ha perpetrado el asesinato de Santiago Nasar. Es el mismo autor quién comenta que nos presenta el desenlace al comienzo para evitarnos la gula del lector. Le interesa más que fijemos la mirada en el desfile de personajes que forman parte del elenco rural que rodea a la víctima o a las víctimas, porque son los asesinos-los hermanos Vicario- quienes para limpiar la honra familiar se ven obligados a cometer el crimen, no sin antes rogar a cualquiera de los que se encuentran por el camino, que los detenga.
Curiosa y atípica la empatía que despiertan los asesinos con el lector, a pesar de que el autor no deja claro si Ángela ha perdido la honra en manos de Santiago, el fatídico final del personaje no remueve más los sentimientos que el de los propios asesinos.
Las mujeres, víctimas de su tiempo, de una época en que la deshonra familiar se limpiaba sólo con sangre y eran los jóvenes varones de la familia, los encargados de resolver el entuerto. En caso contrario, el repudio de su familia y amigos podía arruinarles la vida, una vida que de la noche a la mañana daba un vuelco.
Por otro lado, la consideración de la mujer como objeto sexual, la eludía de toda responsabilidad en la pérdida de su virginidad, aunque ella era repudiada de inmediato; el verdadero culpable era el hombre cápaz de despojarla de su virtud antes del matrimonio. Ellas, como Ángela, urdían todo tipo de estrategias para despistar al esposo, desde afeites que empalidecían el rostro hasta cromo para tintar las sábanas nupciales. Recurrían a su ingenio para salir bien paradas de una situación tan vergonzosa para ellas como para sus familias, y evitar el escándalo público.
El abanico de personajes es variopinto, su conjunto compone una auténtica estampa rural de un pequeño pueblo hispanoamericano. Nunca tuvo lugar una muerte tan anunciada ni un realismo tan mágico.La tracción natural de la tragedia y el hecho de que ningún cabo quede suelto, así como el lenguaje y el estilo únicos del autor, la convierten en una de sus obras más reconocidas.
Un libro de oficio, con una trama circular, uso de metáforas- a veces brillantes- y sentido del ritmo.
ResponderEliminarCon todo, el libro peca de ser, efectivamente, una "crónica".