Excelente recopilación de artículos que constituyen una fotografía animada del Berlín de los años 20 y sus habitantes. Lo irrevelante cobra importancia a través de la mirada del autor formando un todo descriptivo extraordinario.
Alexanderplatz, punto álgido donde confluyen las líneas de metro y del ferrocarril urbano; la Hinterstrasse, en continúo movimiento por el ir y venir al edificio de la Bolsa; la miseria de los refugiados del Este (procedentes de Ucrania, Galitzia y Hungria)-conocidos como el peligro del Este; las casas de huéspedes de la Grenadierstrasse -barrio judío dónde a cada paso se alzaba el "Muro de las Lamentaciones" y sus característicos tenderetes de fruta; el Templo del Rey Salomón, construido bajo las órdenes de un judío polaco; el romanticismo de los tugurios y las tertulias en los cafés ( el Dalles, el Reese, el Albert Keller, la Tippelkneipe, Schwannenke...) -éste último centro de reunión de los artistas y literatos de la época; las revueltas de indigentes de la Fröbelstrasse; los baños turcos del Almiralspalast; los parques y sus paseantes; la Jefatura de Policía y sus sótanos, dónde se exponían las fotografías de los muertos no identificados de la ciudad; la residencia de ancianos de la Hauptstrasse, sus rascacielos-símbolos de la evolución de la nación- ; las barberías ; el Lunapark y su montaña rusa...
Todo ello envuelto en una atmósfera invisible, extraña e impenetrable . Berlín: sus noches y sus sueños, sus ruidos, su silencio, su música. Un retrato de la ciudad inigualable."Yo dibujo el rostro del tiempo" afirmó en una ocasión el autor refiriéndose a su cometido como reportero. Nunca mejor dicho.
Alexanderplatz, punto álgido donde confluyen las líneas de metro y del ferrocarril urbano; la Hinterstrasse, en continúo movimiento por el ir y venir al edificio de la Bolsa; la miseria de los refugiados del Este (procedentes de Ucrania, Galitzia y Hungria)-conocidos como el peligro del Este; las casas de huéspedes de la Grenadierstrasse -barrio judío dónde a cada paso se alzaba el "Muro de las Lamentaciones" y sus característicos tenderetes de fruta; el Templo del Rey Salomón, construido bajo las órdenes de un judío polaco; el romanticismo de los tugurios y las tertulias en los cafés ( el Dalles, el Reese, el Albert Keller, la Tippelkneipe, Schwannenke...) -éste último centro de reunión de los artistas y literatos de la época; las revueltas de indigentes de la Fröbelstrasse; los baños turcos del Almiralspalast; los parques y sus paseantes; la Jefatura de Policía y sus sótanos, dónde se exponían las fotografías de los muertos no identificados de la ciudad; la residencia de ancianos de la Hauptstrasse, sus rascacielos-símbolos de la evolución de la nación- ; las barberías ; el Lunapark y su montaña rusa...
Todo ello envuelto en una atmósfera invisible, extraña e impenetrable . Berlín: sus noches y sus sueños, sus ruidos, su silencio, su música. Un retrato de la ciudad inigualable."Yo dibujo el rostro del tiempo" afirmó en una ocasión el autor refiriéndose a su cometido como reportero. Nunca mejor dicho.
"Crónicas berlinesas" es un testimonio impagable del Berlín de los años 20 : la transformación de la ciudad, su conversión en gran metrópoli, el advenimiento del espirítu de la modernidad ( los años veinte), el afán de novedades...
ResponderEliminarA la par, testimonio de la música siempre objetiva y siempre penetrante, impecable, de este reportero- ex oficial del antiguo imperio austro-hungarés- , escritor en ciernes, autor de la "Leyenda del santo bebedor", obra póstuma dónde nos narra otra conversión, la de su espíritu devenido clochard, y la de su época que se precipita hacia la barbarie.
Un libro lleno de poesía , a pesar de ser "meramente" una recopilación de crónicas de la ciudad, sus gentes y acontecimientos. Y es que la mirada está en los ojos del espectador, en el alma de quien percibe las cosas y nos las cuenta y se las cuenta a si mismo.
ResponderEliminarInteresante observar que en los años en que Joseph Roth hace de cronista en Berlín, otro escritor, Sándor Marai , llevando a cabo también esa doble carrera de escritor y periodista, habitará ese mismo espacio. Marai ,de procedencia hungaresa - originario de Kasa, hoy territorio esloveno-, estudiará en el Instituo de Periodismo de Leipzig en 1919, iniciando su colaboración en el Frakfurten Zeitung. Abandonará rápidamente sus estudios y la ciudad para instalarse en Berlín , ciudad desde la cual continuó enviando sus crónicas al Frankfurten. Sería interesante buscar los paralelismos de estos dos escritores- provenientes de la periferia de un mismo mundo ya desaparecido- que coincidieron en el tiempo en la misma ciudad cosmopolita.
ResponderEliminarLas impresiones vibrantes sobre su etapa en Berlín- una ciudad que se hundía en la inflación galopante y la llegada masiva de nuevos inmigrantes, y en la que cada día- sino recuerdo mal el detalle- podia despertar en una cama diferente -, nos las cuenta en su magnífico libro autobiográfico, "Confesiones de un burgués".
Curiosamente Sándor Marai hará el mismo recorrido que Joseph Roth de Berlín a París, avanzándose uños años.
En el prospecto de la exposición sobre Sándor Marai en el Palau Robert se resume la siguiente información :
"A Berlín, hi va viure més temps que en altres ciutats en una època caracteritzada pe la inestabilitat política i econòmica. S'hi sentia estranger i li costava assimilar aquella ciutat on convivien un gran nombre d' inmigrants. Només els desplaçats procedents de Rússia s' acostaven als dos-cents mil. " Era un món interessant i contradictori, i tan estrany que provocaba desconsol" ( Confesions d' un burgés) .Potser per això va traslladar-se de Berlín a París"