"La leyenda del santo bebedor" de Joseph Roth, cuenta la historia del exiliado Andreas Kartak, clochard de Paris, que pasa sus dias bajos los puentes del Sena, ajeno al mundo o a la sociedad, inocente, sumido en la lucidez del alcohol y de sus últimos dias.
El clochard se ve inmerso en una serie de casualidades que le llevaran a saldar una cuenta adquirida con Santa Teresita de Lisieux. Una cuenta con la vida en realidad que nunca saldará del todo La absenta, la mujeres , los antiguos amigos, el cúmulo de circunstancias, se lo impedirán. Borracho, lúcido y lúdico, inocente y vitalista, el santo bebedor vive su presente sin nostalgia ni esperanza como un niño, viendo fluir su vida como un encuentro dulce hacia la muerte y su redención ( moriá en efecto a los pies de Teresita, reparando casi la deuda. "Señorita Teresita!"- exclamó).
Relato aparentemente sencillo, de una gran belleza, es probablemente el testamento vital y literario de Joseph Roth, su obra más lograda. La leyenda del santo bebedor es una parábola de la fragilidad del ser humano que encuentra en su pérdida la redención.
Como dijo Joseph Roth a su amigo Herman , borracho en un café, después de contarle su historia : "El relato le gustará".En ese relato va una vida, la suya.
"La leyenda del santo bebedor" es una novela de exilios. El exilio de Joseph Roth huyendo de los nazis en la segunda guerra mundial, en París, sin un destino, despojado ya de todo. París es el último exilio, el último trayecto. Pero "La leyenda del santo bebedor " es también un libro de exilios interiores, los del alma; aquellos más invisibles y profundos, como las aguas del Sena que transcurren silenciosas , como la vida misma.
ResponderEliminarJoseph Roth construye "La leyenda del santo bebedor", la historia del clochard, solo, sin nada en el mundo, pero teniendo una alma libre e inocente, creyente ( quizás por los efluvios del alcohol ) en la providencia, en el sentido sagrado de la vida, en el misterio. Como un niño el clochard Andreas Karnak ve en los hechos cotidianos, donde otros ven tan sólo causas y efectos, absurdidades, la revelación de un sentido. Sin apenas recursos, en la indigencia, la providencia siempre le saca en el último momento de apuros. Es así que contrae una deuda de agradecimiento con Santa Teresita de Lisieux, para él, en su imaginación, su protectora. Cándida e inocente esta historia nos narra el amor a la vida, al destino, al misterio, cuando todo, el porvenir y el mundo, son sólo ya lugares perdidos.
Joseph Roth ( 1894-1939), originario de Ucrania, en el antiguo Imperio austro- húngaro, fue oficial del ejercito de ese mundo desaparecido. Reconvertido en escritor y periodista en el Berlín de los años veinte, nos narra la transformación de la ciudad en gran metropolis y el advenimiento del mundo moderno con sus contradicciones y novedades ( y su afán de novedades). "Crónicas berlinesas", publicado por Ed. Minúscula, recoge algunas de las mejores crónicas de ese momento pare el Berliner Börsen- Couurier o el Frankfurter Zeitung.
ResponderEliminarAutor de varios relatos y novelas- la más conocida, "La marcha Radestsky ( 1932)- tuvo que exiliarse de Alemania el 1933 para morir en París el 1939. Su obra póstuma y testamento literario y vital es " La leyenda del santo bebedor", publicada póstumamente.Entrañable es la descripción que de él hace - una descrpición sentida, de afecto y admiración- Hermann Keesten, crítico y novelista, recogida en la traducción de Anagrama :
"Con su encantadora e irreprochable cortesía, Roth se puso en pie, me acompañó hasta la puerta del café, ya vacío y me tendió la mano. El cuerpo estaba algo encorbado, un poco vacilante, la sonrisa empapada de melancólica inteligencia, y los ojos azules, cansados y nublados,el bigotito rubio y las hermosas manos, la voz ya ronca y tan cordial...Mi querido y viejo amigo Roth, al que siempre he querido como si fuera un hermano mayor, siempre tan próximo a mí y tan extrañamente alejado, el escritor que me gustaba hasta en las cosas más circunstanciales y cuya voz poética conocía en cada una de sus cadencias...Se le veia tan inderrumbable, tan duradera y afectuosamente habitual, pese a todas las huellas de dolor, como la propia buena, dulce y querida vida:
Volvió a decir: "pronto le telefonearé..."
Tres notas o características definen el santo bebedor.
ResponderEliminarInocente.Aunque todos los amigos, ex amantes abusen de él, de su buena fe, él parece no darse cuenta de ello, o más bien, bueno e inocente, parece no darle la menor importancia. Como un niño, ingenuo, cree en la bondad de los otros y en la inocencia de los hechos. ¿ Qué maldad puede haber en la vida y en los otros si su mirada es limpia y la providencia, más allá de las mezquindades i intereses, gobierna todas las cosas ? Mas bien vitalista, Andreas Kartak, vive cada instante como un sentido único, en si mismo; una y otra vez se sumerge en el azar que se presenta en forma de pasado, su ex amante que quiere aprovecharse de él nuevamente, como sus amigos que le roban y engañan ( inocentemente a la fin ) perdiendo siempre su beneficio, no pudiendo restituir su deuda ( la historia está narrada con ese punto de comicidad o ironia, inocentemente también ). Desahuciado, borrachín, el clochard Andreas Kartak vive cada instante des de el bien, la bondad, la protección, la mirada de Santa Teresita de Lisieux, con quien el clochard quiere saldar la deuda. Pero la vida y las circunstancias, quizás no se lo permitan, o sí, quizás sí, finalmente, al último instante, puede ver a Teresita, morir en paz, saldar su deuda, dormir su sueño.
Libro sobre la dignidad y la libertad interior de un clochard, alter ego de Joseph Roth que vivió sus últimos días en el exilio, en el exilio interior del alma, un viaje hacia la inocencia final.
"Denos Dios a todos nostros , bebedores, tan liviana y hermosa muerte"
Encuadraría este libro en un género literario aparte o una galería de curiosidades, sin negar por ello su gran valor literario. Una obra profundamente peculiar, curiosa en la que se mezclan los pequeños milagros cotidianos-no religiosos-sino los que en este caso acaecen a causa del alcohol. Milagros que hacen que nuestro protagonista, Andreas reafirme su fe y crea que mimado por el destino como estaba , no podía sino esperar más milagros. Una existencia dichosa, sin duda dulcificada por los efluvios de un buen vino.
ResponderEliminarUna obra maestra sencilla, escrita en un lenguaje directo, casi coloquial, bellamente narrada en escasas páginas, que devuelve la fe en la especie humana: su bondad y su inocencia.
ResponderEliminarLa literatura es música narrada( significado y significante, la forma y el fondo, forman un todo indiscernible).Hay que escuchar la voz del autor, dejarse llevar por la historia.
ResponderEliminarNo sé si "La leyenda del santo bebedor" es una historia completa,perfecta o acabada, o si pertenece a tal género o tal otro ( tanto da eso ) ; lo que si sé es que es una música que me gusta. Roth nos cuenta una historia amoral, fresca, deliciosa, que tiene un halo o una vida propia.Andreas Kartak , su potagonista, me parece un tipo entrañable y profundo, sin más.
Una historia que nos invita, además, a volver a ella, en la que siempre descubrimos algo. Toda literatura auténtica es una obra abierta. Por eso Roth y todos los poetas o creadores no morirán nunca. Tienen un mundo propio.De vez en cuando hay que visitarlo. Y dejarse sorprender por la vida que nos traen.
El valor de una persona se mide no por las veces que cae, sino por las veces que se levanta. El clochard del "Santo bebedor" ha aprendido de la vida, en una lección suprema, última, a situarse, fuera de las normas establecidas, en el flujo de la vida, "más allá del bien y del mal", en la inocencia del devenir ; ha aprendido a despojarse de todo el ropaje innecesario que nos protege y asfixia al mismo tiempo. Todo ese ropaje son las normas y los juicios ( o los prejuicios) establecidos, convencionales, de las cosas. Nos fiamos a veces más por lo que dice tal o cual título, tal o cual papel, tal o cual institución, que por la realidad de las cosas y su valor propio, intrínseco. A veces damos excesiva importancia a cosas que en realidad no la tienen.
ResponderEliminarEl sabio epicúreo, helenista en general, distinguía entre nuestros apetitos o deseos, tres clases:
-Aquellos que son necesarios y naturales, pongamos un ejemplo sencillo, comer.
-Aquellos que son naturales, pero innecesarios , por ejemplo, necesitamos comer, pero no "necesariamente" un manjar exquisito o muy caro. La naturaleza es sabia, nos da lo que necesitamos. Esa es la norma, atenerse a la naturaleza de las cosas.
-Por último, aquellos que son ni naturales ni necesarios, es decir, la casi absoluta mayoría de nuestros deseos, dado que somos seres culturales y la cultura se basa en la imitación y la convención, en el prejuicio del "qué diran" o del " qué se dice".
Dicho esto, ¿ debemos dejar de lado nuestros deseos condicionados culturalmente, el triunfo, el reconocimiento social, por ejemplo ? ¡ No ! Siempre y cuando no confundamos lo esencial con lo accesorio. Pero a veces lo accesorio - las normas o prejuicios sociales-, se convierte en lo esencial, y lo esencial- el valor de uno mismo, el propio juicio y aquilatamiento de las cosas- se convierte en accesorio o secundario.
( Continuación )
El clochard del Santo bebedor, como miles de seres desplazados de su vida, de por vida, - el propio Joseph Roth, superviviente primero de la caída del Imperio austro-hungarés, su mundo, y después víctima de la barbarie nazi por su condición de judío, en París, transmutado en clochard en su último libro, compendio de su sabiduria vital- saben, han aprendido esa lección: despojarse, liberarse. El valor de uno mismo está en uno mismo, en lo que uno mismo es , no en lo que los otros digan o piensen, o en la significación de tal o cual estatus o convención.
ResponderEliminarEl sabio buscará la "epojé" ( la suspensión del juicio) , no dejará intimidarse por lo que otros digan o piensen , o lo que uno mismo diga o piense de si mismo en tanto que otro ( el "otro generalizado" de Erving Goffman), y buscará la "ataraxia" ( la tranquilidad de ánimo, la imperturbabilidad) . A menudo nos dejamos llevar por la imagen de las cosas o por la convención social de lo que se dice, se piensa.
Sabio es quien se acepta, valora , a si mismo y se atiene a lo que es natural y necesario. Aprender a vivir, a un cierto punto, es aprender a despojarse o desprenderse, y eso no es un canto a la simplicidad o a la estultícia, sino a la valoración justa de las cosas y de uno mismo. No hay que medirse a uno mismo por las cosas , pues al fin y al cabo todas las cosas ( también los convenios y los prejuicios sociales, los éxitos y los fracasos ) son útiles o instrumentos, y no nosotros útiles o instrumentos de aquellos ( las convenciones y prejuicios sociales, el qué se dice, el qué dirán)Por eso , Kant nos dice que la persona - ser ético- es un fin en si mismo, y Protágoras por su parte nos definía el ser humano como la medida de todas las cosas. Y aquello que mide es inconmensurable. Por eso el ser humano tiene alma. Y el alma contiene todas las cosas. Y el alma es infinita. Como inconmensurable nos parece la vida de ese pobre clochard al que apenas nadie mira y pasa los últimos días de su vida al azar de la providencia o del absurdo, viviendo un presente sin fin. Ese clochard se ha desprendido hasta de si mismo, lección última de sabiduría no buscada sino hallada.